08/07/2023 – Lleva tus lagrimas a la presencia de Dios
1 Samuel 30: 1 Cuando David y sus hombres llegaron al tercer día a Siclag, los de Amalec habían invadido el Neguev y Siclag, habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. 2 Se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, del menor hasta el mayor, pero a nadie habían dado muerte, sino que se los llevaron y siguieron su camino. 3 Llegó, pues, David con los suyos a la ciudad, y se encontró que estaba quemada, y que sus mujeres, sus hijos e hijas, habían sido llevados cautivos. 4 Entonces David y la gente que lo acompañaba lloraron a voz en cuello, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
Por un momento, parece que David confió en los seiscientos hombres que tenía más que en Dios. Cuando depositamos nuestra confianza en algo diferente a Dios, Él se encarga de demostrarnos que nuestra confianza debe ser El. La fortaleza fue saqueada y los débiles fueron llevados cautivos.
La reacción natural de David y sus hombres fue el llanto. Todos podemos entender cuando la Biblia nos dice que ellos lloraron hasta que no tuvieron más fuerza para llorar. El lloro del cristiano es por un momento, y luego el Señor lo transforma en gozo. Este es el momento que define la victoria o la derrota. Todos cometemos errores y enfrentamos sus consecuencias- la pregunta es qué hacemos después de las lágrimas.
¿Qué haces tú con tus lagrimas? Llévalas a la presencia de Dios quien las toma y las deposita en su redoma. Las lágrimas pueden alimentar una raíz de amargura que, aunque no se ve, está creciendo y puede hacer daño a muchos.
Los hombres de David, en quienes había depositado su confianza, se volvieron contra él y hablaban de apedrearlo. Los conflictos vendrán; pero lo que hace la diferencia es como manejamos el conflicto. Los problemas vendrán y la diferencia es como reaccionamos al problema. Los líderes se equivocan, y cuando el pueblo se vuelve contra ellos y los destruye, todos pierden. Por eso nuestra mirada y nuestra confianza deben estar siempre en nuestro Señor Jesucristo.